Don Vito: El lugar ideal para los insaciables

Por El Erudito del Sangui

El contraste entre el modernoso techo de chapa y el frente de una casa antigua devenida en sanguchería es por demás elocuente. Mirando a la pasada, es fácil darse cuenta que Don Vito es fruto de un emprendimiento personal que no tuvo mejor opción que dar a luz en un sector de la vivienda en cuestión. "Al local lo abrimos hace poco tiempo y pese a que atendemos correctamente, cada tanto le hacemos una remodelación", explicó el dueño del emprendimiento.

Algunas pintadas con escudos de Atlético y otras con declaraciones de amor hacia la institución de 25 de Mayo y Chile avisan a los desprevenidos sobre la cercanía del estadio decano. Por último, como para que no queden dudas, un conciso "dale deca" en la pizarra de precios lo termina de confirmar. "Estamos aquí nomas de la cancha. Cuando hay partido viene mucha gente a la salida", señaló el encargado de que Don Vito funcione a la perfección. "Es zona decana", agregó mientras señalaba un cartel de precaución que, producto de la pasión y sobre todo del vandalismo, ya no avisa a los automovilistas la presencia de un paso a nivel, sino que el barrio es decano.


Pero su ubicación no sólo sobresale por estar a pasos del Monumental, sino también por su cercanía con el coqueto barrio Norte capitalino. "Está a dos cuadras de la Sarmiento. La verdad que está bien ubicado", afirmó el crítico que además de catar sánguches se dedica a investigar homicidios en un estudio penal de calle Las Piedras. "Aunque los clientes que se acercan son en su mayoría vecinos, una buena promoción instalaría a Don Vito en el imaginario sanguchero popular", arriesgó el experto en milanesas.


En cuanto a lo estrictamente edilicio, Don Vito no es otra cosa que una sala remodelada de una casa de mediados de siglo pasado. La arquitectura y particularidades del lugar lo ponen de manifiesto. Techos altos, mobiliario añejo y aparatos electrónicos vetustos. Sin embargo, las remodelaciones llevadas a cabo dotan al local de las comodidades necesarias para que funcione correctamente. Afuera, tres finitas columnas de hierro sostienen un reluciente techo de chapa, dando forma a una pequeña galería ideal para los fumadores.

"No es muy grande; adentro hay lugar para alguna mesita por lo que grueso de la gente se ubica en la vereda", describió un crítico simpatizante de Atlético, que conoce el lugar como pocos puesto que suele hacer la previa de los partidos en un kiosco de la vereda del frente.

La atención se destaca sobremanera. La calidez del trato llamó la atención de todos y cada uno de los críticos. "No me acuerdo de haber ido a alguna sanguchería tan servicial", exclamó convencido el versado en hamburguesas. "Es verdad", asintieron al unísono los demás especialistas. El mismo encargado fue quien nos tomó el pedido luego de una breve pero amena charla. Después, una mesera se tomó el trabajo de que los platos llegaran a destino. Eso sí, de no haber sido por la extensa demora hubiéramos estado ante un excelente en atención.

Ya en el plano exclusivamente gastronómico, Don Vito es el lugar indicado para quienes con un sánguche no les alcanza para saciar el apetito. La versión bestial es realmente un canto a la gula sanguchera, una obra maestra para los devoradores compulsivos. Dos panes de 45 o 50 centímetros aprietan una milanesa de igual longitud, dando forma a uno de los sánguches más grandes de la provincia y, tal vez, más difíciles de terminar.
"Es gigante, realmente sorprendente", exclamó atónito uno de los eruditos.

Al margen de este sanguchazo, a la oferta la completan los sánguches de lomito, ternera y hamburguesa. Y como ya es común, las empanadas, sfijas y milanesas al plato. Otra vez, la ventaja de no estar atada a ninguna empresa de gaseosas hace posible pedir desde Pepsi, pasando por Mirinda hasta terminar con Coca Cola. Y por supuesto, está la opción de encargar cervezas, ya sea Norte o Quilmes.

En síntesis, estamos en presencia de una sanguchería con muchas cualidades barriales, pero que por su novedosa versión de sánguches intentará penetrar en la comunidad tucumana, más allá de los límites de su barrio de influencia. "Mirá hermano, no hay mejor publicidad que ponerte el sánguche en la mesa y que lo probés", tiró algo desafiante el encargado del local. Tendrán que ir y ver de qué se trata.

Sánguche de lomito
Puntuación: 7

La pinta, el tamaño, las papas que acompañaban el sánguche y la buena onda para prepararlo ya daban la pauta de que íbamos a comer algo bueno de verdad. Si bien le falta para ser de lo mejor, el lomito de Don Vito es bastante bueno; los agregados de jamón, queso y huevo que muchas veces no hacen más que saturar el sánguche le quedaban muy bien. La carne era rica pero tenía un punto en contra, era difícil de cortar. Las verduras y los adherezos eran buenos y acompañaron correctamente con un toque de vinagre. Para quienes busquen llenarse en serio y con algo rico, dense una vueltita por Don Vito. Por San Guchazo


Hamburguesa
Puntuación: 7,5


Ciento por ciento casera, con el gustazo de la cocina de la abuela. Un excelente tamaño (llenador, lo cual es difícil en una hamburguesa) con un pan justo en tamaño y textura. Un picante bueno y agregados acordes. Para destacar, los huevos caseros (sólo para entendidos). El punto flojo viene por el lado de los aderezos. Las papas, que vienen incluidas, son tan buenas como para olvidarse de las corporaciones. Por Amante de la Comida 53


Sánguche de milanesa
Puntuación: 7,5

De buen sabor. La porción de la milanesa no era escasa pero tampoco abundante, eso sí, la carne no era de lo más tierna. Los agregados complementaban muy bien, en perfecta armonía diría yo. No invadían pero si se podía apreciarlos. Las verduras podrían haber sido mejor, tanto el tomate como la lechuga pero aún así no desentonaron. Sin dudas, el pan fue de lo mejor. Vale la pena probarlo. Por El Erudito del Sangui