Kiwi: Sanguchería al paso en avenida Belgrano al 2500

Por El Erudito del Sangui

Un interno de la línea 9 estaciona justo en frente de Kiwi. El chofer, visiblemente apurado, baja a los trotes a encargar su cena. Aún hay pasajeros adentro del ómnibus, por eso apura el trámite.

- ¿Qué tal señora? Preparemé una milanesa completa que en 30 minutos la vengo a buscar.
- ¡Cómo no mijo!, yo se la preparo.

A juzgar por la naturalidad del pedido, se trata de un cliente de cierta regularidad, o bien, de una práctica habitual. "A esta escena ya la he visto un par de veces. Hasta vi que se lleven empanadas", explicó el experto en hamburguesas. "No digo que sea moneda corriente pero suele suceder", agregó. Lo que pasa es que la estratégica y cómoda ubicación permite que quienes trabajan en la calle hagan un espacio en la rutina para pedir y llevar un sánguche, o bien, para sentarse a comerlo ahí, como suelen hacerlo algunos taxistas. "Mirá, que vendan vasos de gaseosa es un indicio de que hay muchos comensales de paso", arriesgó el versado en milanesas. "No es muy común que te ofrezcan la gaseosa en esa medida", añadió.

Kiwi está emplazada al 2569 de la transitada avenida Belgrano, y como por su misma vereda hay pocos locales comerciales no existen mayores complicaciones a la hora de estacionar. "Siempre hay algún lugarcito para meter el auto", explicó un allegado a los críticos que circula por esa arteria todas las mañanas. "Además, al estar entre medio de dos avenidas importantes como lo son la Ejército del Norte y la América, es visitada por los choferes de taxi y bondi que laburan por la zona", añadió a modo ilustrativo este cercano a los expertos. Sin embargo, los vecinos son parte fundamental en el esquema de éste local sanguchero. Tanto mujeres como hombres se acercan a pie a encargar su comida, empujados también por la ausencia del delivey.


Apostados en la barra que da hacia la vereda, se puede observar el movimiento de la cocina desde un lugar privilegiado. Un horno hogareño, trabaja al máximo de su capacidad para satisfacer las demandas de los comensales. No hay freidoras ni planchas industriales. En su lugar, una sartén como la de cualquier mortal es la encargada de freír la milanesas, y al lado, sobre una hornalla pequeña, una plancha reducida en dimensiones cocina como puede los lomitos que ordenan los clientes. "Se nota que no hay aglomeramientos como los de las sangucherías de renombre porque no darían abasto", analizó el crítico especializado en lomitos. Razones, no le faltan.

Ubicados en una mesa doble, una familia tipo disfruta comiendo lomitos y milanesas. Un poco más atrás, un señor de no más de 40 años llena su panza con una hamburguesa, que según se puede observar está cargada de mayonesa. Por último, un hombre junto a su esposa, lejos de profesar el ritual tucumano por excelencia aguardan que la olla cocine los tres tamales encargados. Sí, en Kiwi, además de sánguches se puede encargar empanadas, pizzas, humitas y tamales. Toda una novedad, pero ajena a la cultura sanguchera.

"Si bien la atención no es mala, no se asemeja con la de otros locales. No hay una esencia sanguchera", expresó Amante de la Comida 53. Lejos de realizar los movimientos veloces y casi automáticos que sólo brinda la experiencia, la encargada de preparar los pedidos se mueve con excesiva parsimonia. "Creo que yo los preparo más rápido", agregó el experto. "En el mismo tiempo, uno de Chacho prepara tres", comparó jocosamente. A todo esto hay que agregar la ausencia de cervezas, que para muchos, constituye una parte fundamental dentro del esquema sanguchero. "Sólo hay Pepsi y Sevená", protestó San Guchazo.

En líneas generales, se puede apreciar en Kiwi a una clientela particular, con características barriales y con una fuerte presencia de trabajadores de la zona. En cuanto a la estructura, es justo afirmar que es acorde al movimiento y requerimiento de los clientes. La ausencia de cerveza y la carencia de un televisor no hacen más que confirmar que no se apunta a los comensales sociales, sino más bien a los que están de pasada, como el chofer de la línea 9.

Sánguche de lomito
Puntuación: 6

Este sanguche es uno más del montón; se lo puede definir como rico ni más ni menos. La carne es tierna pero con algo de grasa y no muy sabrosa. Las verduras y el aderezo estánn bien, pero no salen de lo monótono al igual que el pan. Lo mejor es la cebollita con mucho ajo. Por San Guchazo


Hamburguesa
Puntuación: 3,5

La total falta de alma sanguchera queda en evidencia con sólo ver el pan y la hamburguesa de fábrica (granja del sol), que si bien no es una monopólica, no es casera. De calidad mala, insípida (prefiero eso a la grasa de "bigotes"), lo único que la hacia comible eran los aderezos de calidad media y un pan deficientemente tostado pero salvable. El picante, una vez más muestra la vagancia sanguchera. El punto más flojo sin dudas, el agregado de queso, que eran dos trozos de queso cuartirolo, recién cortados y puestos así sobre la carne. Es fundamental que el queso se derrita sobre la carne mientras ésta se cuece. Algunos emplean un poco sabroso pero si práctico modo que es derretir el queso sobre el pan mientras se tuesta. En este caso, fue un insulto. Por Amante de la Comida 53


Sánguche de milanesa
Puntuación: 6

Este apretado no despunta como para alcanzar una alta puntuación. Su composición es en cierto punto armónica. Un pan bueno, al igual que las verduras, y una milanesa correcta y de sabor agradable alcanzan para aprobar. Los aderezos complementan bien pero no ayudan a elevar la puntuación. Si estuviera por la zona y con hambre encima, me haría una pasadita para calmar al estómago. Por El Erudito del Sangui