El Viejo H: Un clásico de calle Bulnes

Por El Erudito del Sangui

Del otro lado de la avenida Belgrano, la calle Bulnes tiene un particular ritmo de vida. Almacenes, peluquerías, farmacias y diversos comercios se repiten a lo largo de esta característica arteria. “Acá encontrás de todo; desde una carnicería hasta un colegio”, explica Facundo, un allegado a los críticos que conoce la zona al detalle. Así, no es de extrañar el considerable movimiento que hay a cualquier horario del día. “Siempre hay gente en la calle, es una zona muy singular”, agrega a modo de explicación.

Al 1600 de la Bulnes, bien al fondo, se erige una de las sangucherías más emblemáticas de la zona. Con más de una decena de años sirviendo los platos preferidos de los tucumanos ha sabido ganarse el reconocimiento de propios y extraños. “A mi me gusta porque el nivel de sus productos es parejito y lo mantiene desde hace años”, señala Fernando, a quien su amor por las milangas lo obliga a comer “dos veces por semana”. Los vecinos, quienes corren con la ventaja de tener a mano al local aseguran una y otra vez que El Viejo H es de lo mejor que hay en la ciudad. “He comido en muchas (sangucherías), pero acá están los mejores sánguches”, advierte Gonzalo con una pizca de parcialidad, que luego se hace más evidente a través de una cómplice sonrisa.

La extensión del local sorprende. A un costado, una barra con banquetas es el lugar elegido por los habitúes. El clima es muy ameno; charlas y bromas de todo tipo son moneda corriente entre los fieles clientes y el popular “viejo h”, un gringo de importante presencia. Adentro, decenas de mesas se esparcen estratégicamente por el salón. En un rincón, una pareja veinteañera reparte el tiempo entre mimos y bocados de hamburguesa. En otro costado, bajo la atenta mirada del plantel de Rosario Central de comienzos de siglo, un señor concentra su atención en un suculento sánguche de milanesa. Allí, un colorido santuario canalla advierte la procedencia del dueño. “Es rosarino y fanático de Central”, les explica uno de los críticos a los demás expertos, mientras señala los posters del conjunto de Aldo Poy y el Negro Palma.

Con una inconfundible tonada de la zona portuaria, el mesero lanza la pregunta de rigor. “¿Qué se van a servir muchachos?”. Saca una lapicera y con la misma letra que los médicos recetan a los pacientes anota el pedido para llevarlo a la cocina. “Listo ya se los traigo”, responde mientras se dirige a la zona de los maestros sangucheros. La atención, queda claro, es cordial, y la velocidad bastante buena. Segundos más tarde, como para hacer un poco más amena la espera se acerca a ofrecer la bebida, “sólo hay de litro y de la línea Coca”, aclara. “Es un garrón que no haya de litro y medio o dos”, protesta algo resignado el especialista en lomitos.

Una vez puesto el pedido en la mesa, la mirada de los críticos se clava durante varios segundos en cada uno de los sánguches. “Tienen buena pinta”, lanza a la mesa el especialista en lomitos. En cambio, Amante de la Comida 53 sólo atina a bajar su cabeza en clara señal de disconformidad. “Es hamburguesa industrial. No coincide con el ambiente del lugar”, protesta un tanto sorprendido. Por su parte, concentrado en analizar su apretado, San Guchazo levanta el pulgar y dice: “Este está bien, tiene mucha carne por lo menos”.
En líneas generales, los sánguches aprueban cómodamente. No descollan, pero satisfacen los paladares experimentados, al tiempo que las papas caseras ayudan al humor gastronómico de los especialistas.

La oferta es amplia, porque más allá de los sánguches, en El Viejo H se sirven milanesas al plato y pizzas, algo cada vez más común en estos locales. Y aunque no tiene la estructura típica de las sangucherías, la cultura sanguchera está a flor de piel. Quienes no viven cerca de calle Bulnes al 1600 podrán pasar y ver de que se trata, en cambio, los que residen por la zona sabrán a la perfección de qué se trata, porque según dicen, "es un clásico, un emblema de la zona".

Sánguche de lomito
Puntuación: 7

Un buen sánguche, aprueba tranquilo pero sin descollar. Sin dudas el punto más alto es la carne de buen grosor y sabor. El pan y las verduras acompañan correctamente y los aderezos me parecieron medio avinagrados. Los agregados de jamón, queso y huevo (versión H) le dan un plus, ya que a diferencia de otros lugares, no son nada invasivos y acompañan muy bien. Por San Guchazo


Hamburguesa
Puntuación: 4


Paty, pan común y aderezos malos, sólo ayudaba huevo, sabroso y bien preparado. Por lo demás, me llevo una decepción teniendo en cuenta la conocida cocina casera del Viejo H. Por Amante de la Comida 53


Sánguche de milanesa
Puntuación: 7


Si bien un siete es una muy buena puntuación, puedo decir que es su techo. Los agregados ayudan sin dudas a aumentar un cachito el puntaje. Es fundamental que en lugar de ser invasivos puedan complementar de manera armónica al producto esencial. El grosor de la carne podría ser mejor, y los aderezos también. De todas maneras, es un sánguche con el que nunca se van a clavar. Los largos años de experiencia aseguran ofrecer un buen producto. Por El Erudito del Sangui