Chicho: Un reducto de tinte barrial en pleno centro

Por El erudito del sangüi

Ante el veloz avance de los edificios modernos en el centro tucumano, Chicho aparece como un reducto ajeno al vértigo de la construcción urbana. Allí, en Mendoza y Monteagudo, un local con reminiscencias arquitectónicas del siglo pasado ofrece a los vecinos del lugar el menú tucumano por excelencia.

A juzgar por la estructura del local, Chicho apunta a los clientes de paso. Una barra larga (tal como lo exige la tradición sanguchera) y apenas un par de mesas forman parte del mobiliario interior. Afuera, el panorama es desalentador. Una vereda angosta (herencia del pasado colonial) que impide la presencia de mesas, obliga al cliente a comer adentro, o bien, llevar los apretados a casa.

En el ambiente se respira un aire similar al que se acostumbra en las sangucherías barriales. Pese a formar parte de la estructura urbana del centro, no se ve en Chicho amontonamientos de clientes ni filas tediosas. “A mí me gusta porque si tengo hambre me llego hasta acá y tengo mi pedido en mi manos en apenas unos minutos”, explicó Eugenio, que suele comer al menos una vez por semana allí.

La oferta gastronómica se ajusta al gusto histórico y tradicional de los tucumanos. Pese a la buena aceptación que están teniendo distintas variantes de sánguches, en Chicho sólo es posible ordenar milanesa, lomito y hamburguesa, ésta última en versión casera o de la multinacional Paty. La bebida, en tanto, es de la línea Coca Cola y es posible pedirla tanto en envase de un litro como de 1,5. Eso sí, los amantes de las cervezas deberán abstenerse puesto que en el local no se vende bebidas con alcohol.

Dentro de la escueta pero elemental variedad de sánguches, existe la opción de ordenarlos en la versión súper, que incluye jamón, queso y huevo, todos, de buena calidad. Los aderezos constituyen, sin dudas, el punto más flojo de los componentes, y el pan, la carta más fuerte.

Quienes vivan por la zona, encontrarán en Chicho un lugar óptimo para salir de apuros en una cena o, por qué no, para disfrutar de un sánguche. Además, la excelente ubicación invita a darse una vueltita por ahí a quienes no habiten en la zona pero sean habitúes del centro tucumano.

Sánguche de lomito
Puntuación: 6,5


Sensaciones raras son las que despertó este sanguche en mi persona. Tenía muy buena "pinta" pero en el primer bocado me asusté por cómo se estiró la carne, después por suerte el lomito fue mas el de la presentación del plato que el del primer bocado. La carne, a pesar de no ser de gran calidad, tenía un buen sabor y tamaño. Las verduras no desentonan para nada y el punto más alto sin dudas es el pan, con un tostado excelente. El punto flojo son los aderezos excesivamente cortados con vinagre. En resumen, se trata de un lugar interesante para probar en una ubicacion excelente. Por San Guchazo

Hamburguesa
Puntuación: 5


Si bien hay que destacar que la hamburguesa especial difiere de la común en el fundamental punto de que no es una Paty sino una casera, eso no le da la aceptación de su servidor. De buen tamaño, con pan a la medida y de buena calidad. Buenos agregados aunque malos aderezos (que estén cortados no quiere decir que sean malos, pero hay que tener un toque especial que en este caso dista mucho de tenerlo) constituyen el punto mas flojo. La carne es justa, ni abundante ni mezquina, pero no se puede saborear, es insípida, casi imperceptible. Un punto a favor, sólo lo casero. Por Amante de la comida 53

Sánguche de milanesa
Puntuación: 7

Estamos frente a un sánguche que presenta una novedad dentro del circuito. Si bien la milanesa no se destaca por su grosor (algo mezquino), resalta por estar hecha con rebozador y no pan rallado, lo que le da un toque especial. Al degustarla, se perciben ciertos condimentos que ayudan a elevar su puntuación ya que no son invasivos. El tamaño se encuadra dentro del promedio, y el pan se destaca sobre el resto. Las verduras denotan cierta frescura, aunque los aderezos no ayudan a lograr una armónica combinación. Por El erudito del sangüi